Lesiones en verano, ¿Cómo evitarlas?

El esguince es una de las lesiones más frecuentes en verano

Lesiones en verano, ¿Cómo evitarlas?

En nuestro anterior post te contamos cuáles son las lesiones más frecuentes en verano pero, ¿Cómo prevenirlas? 

Si quieres superar tus vacaciones sano y salvo, ¡Aquí tienes unas pequeñas recomendaciones para cuidar tu salud física y evitar lesiones en verano!

Ejercicio

Al igual que ocurre con la «operación bikini», es importante ser constantes durante todo el año. Sí, en verano incrementamos nuestra actividad física. El buen tiempo, la duración de los días, el sol y, por qué no, el querer vernos mejor, son factores que influyen en nuestra predisposición para hacer ejercicio. 

Pero debemos tener cuidado. Si durante el resto del año nos limitamos a trabajar todo el día en la oficina e ir a caminar 20 minutos, no podemos pretender echar 3 horas en el gimnasio. 

Por ello, si no practicas deporte habitualmente, debes tener cuidado con la duración y la intensidad. Además, tampoco realices deportes para los que no estás entrenado o a los que no estás acostumbrado, ya que pueden derivar en lesiones más o menos graves en los músculos o  ligamentos. En concreto, evita los deportes de alto impacto.

Calentamiento

Sea cual sea la actividad que vas a realizar, un buen calentamiento y unos estiramientos adecuados son uno de los pilares fundamentales para evitar una lesión. 

Por ello, asegúrate de calentar lo suficiente previamente para no forzar tus músculos y articulaciones, y dedícale unos minutos a realizar una tabla de estiramientos al acabar.

Calzado

El calzado también es un factor que debemos de tener muy presente siempre. Si salimos a caminar, a andar en bici o vamos al gimnasio, debemos asegurarnos de que contamos con un buen calzado

La elección de unos zapatos de deporte apropiados es fundamental para evitar lesiones como la fascitis plantar, por ejemplo.

Además, tanto en la playa como en la montaña, hay que tener especial cuidado con el terreno por el que nos movemos.

Precisamente por eso, trata de usar las chanclas sólo cuando sea necesario y evita utilizarlas para caminar o hacer deporte. 

Este tipo de calzado no sujeta firmemente el pie, ya que apenas sujeta la parte delantera, por lo que es mucho más fácil que tengamos un esguince por un resbalón o una lesión por mala pisada.

Deportes y actividades acuáticas

Como mencionábamos antes, tanto en ríos, piscinas o playas, asegúrate de conocer primeramente muy bien el terreno. Si eres de los que les gusta zambullirse, comprueba que existe la profundidad suficiente. 

Sí, seguro que ya lo has leído antes y estarás pensando que es obvio, pero en España el 5% de las lesiones musculares son causadas por zambullirse sin tomar precauciones previamente.

En caso de que no conozcas el lugar, evita este tipo de saltos, ya que pueden derivar en lesiones graves o muy graves, como la fractura de alguna vértebra.

Viajes

En el otro extremo se encuentran los viajes en coche y en avión. A pesar de que permanecemos en reposo, en trayectos largos pueden derivar en la aparición de lesiones. 

Para prevenirlas, es muy importante procurar variar la postura a lo largo del viaje e hidratarse

Esto es aplicable tanto en los viajes en coche como en avión. En estos últimos, es recomendable moverse, ya sea caminando por los pasillos o haciendo estiramientos en el asiento. De lo contrario, podrían crearse trombos.

Además, en las personas con varices o mala circulación es recomendable el uso de medias de comprensión. 

Consejos para evitar las lesioens en verano

¿Cuáles son las lesiones más comunes en verano?

Los esguinces en corredores aumentan en verano en las clínicas de fisioterapia

¿Cuáles son las lesiones más comunes en verano?

El buen tiempo y la llegada de las vacaciones incitan a practicar más actividades y con más frecuencia, lo que deriva, en muchas ocasiones, en la aparición de lesiones.

Fascitis plantar, esguinces, lesiones en la muñeca o en los hombros…Todos los años vemos un incremento de lesiones de diversos tipos en los centros médicos y los fisioterapeutas.

Sin embargo, hay ciertas lesiones que predominan sobre el resto. ¡Continúa leyendo!

1. Esguinces

Los esguinces son lesiones en los ligamentos, que se producen por un estiramiento brusco de éste. Pueden ser de diversos tipos, aunque los más frecuentes son los esguinces de tobillo.

Normalmente, suceden tras una torcedura o un golpe en el pie, generalmente, al caminar por terrenos irregulares, como puede ser la arena de la playa o el bosque al realizar senderismo.

2. Fascitis Plantar

La fascitis plantar, como ya hemos explicado en otro post, se produce por una inflamación de la fascia plantar, y produce un dolor en la parte inferior del pie, donde se encuentra la fascia, irradiado al talón.

Se produce al realizar actividades repetitivas que generan una presión constante y estrés en la fascia plantar, que deriva en una sobrecarga muscular, o también por un mal estiramiento.

Generalmente, la fascitis plantar va asociada a un cambio de calzado. En verano solemos emplear un calzado más sencillo y abusar de las chanclas para casi cualquier tipo de situación. 

El problema de ello es que este tipo de calzado, por lo general, tiene una suela demasiado plana, lo que lo convierte en una mala opción si vamos a realizar deporte o simplemente caminar

No debemos olvidarnos de que cada tipo de calzado tiene su función, y, si queremos evitar lesiones como la fascitis plantar,  la función de las chanclas debería quedar reducida a su uso en la piscina o en la playa, o en ocasiones concretas. 

3. Tendinitis

La tendinitis pueden originarse tanto en las articulaciones superiores como inferiores.

Al igual que la fascitis plantar, su causa más frecuente son los sobreesfuerzos, tanto en cantidad como en intensidad. 

Realizar más ejercicio o más intenso del que acostumbramos habitualmente o realizar estiramientos insuficientes o incorrectos puede derivar en la aparición de tendinitis.

Aquí es especialmente relevante la conocida como «Tendinitis de Aquiles», muy frecuente entre los corredores.

4. Metatarsalgias

La metatarsalgia es una afección que se caracteriza por generar dolor e inflamación en el antepié, donde se encuentra el metatarso. 

Normalmente, suelen generarse con deportes que impliquen saltar o correr, especialmente si lo hacemos en terrrenos irregulares. 

Después, otra causa muy frecuente es el uso de zapatos ajustados o las malformaciones en los pies.

5. Dolor lumbar

En verano es cierto que la frecuencia con la que realizamos actividad física aumenta, pero también lo hace el tiempo que permanecemos en reposo.

Cuando vamos a la playa permanecemos mucho tiempo tumbados al sol y podemos acabar con dolor lumbar más o menos intenso. 

Si no adquirimos la postura adecuada o permanecemos mucho tiempo en la misma, puede aparecer dolor lumbar, debido a que forzamos la columna vertebral.

5. Lesiones en la columna vertebral y cervicales

En la playa o en la piscina no solamente tomamos el sol, también nos bañamos para refrescarnos. Muchas veces, en el agua realizamos juegos que implican saltos bruscos.

Existe un gran riesgo de sufrir una lesión vertebral si no controlamos los saltos, y puede llegar a ser irreversible.

Actividades en las que se producen lesiones con más frecuencia

1. Deportes acuáticos

Los deportes acuáticos son los más freucenrtes en verano y también los más emocionantes. Sin embargo, excepto la natación, suelen ser los más proclives a provocar una lesión si no se tiene el cuidado suficiente. 

Las motos acuáticas, el windsurf o la vela  requieren de una muy buena forma física, por lo que debemos estar preparados. De lo contrario, podremos sufrir las lesiones que mencionamos antes, como tendinitis, lesiones cervicales o esguinces. 

2. Correr o practicar running

El uso de un calzado inadecuado, realizar estiramientos inadecuados o los distintos terrenos por los que nos movamos pueden ocasionar daño en nuestras articulaciones inferiores.

Los esguinces de tobillo, fascitis plantar o la  tendinitis de Aquiles suelen ser las lesiones más frecuentes, como hemos explicado antes.

3. Ciclismo

Por último, al contrario de lo que pudiésemos pensar, el ciclismo destaca por ser uno de los deportes menos lesivos que existen. 

Aún así, hay que tener cuidado con el tiempo que pasamos encima de la bicicleta o  la postura que adoptamos. 

Un uso excesivo puede derivar en tendinitis, por ejemplo, mientras que una mala postura provocará demasiada presión en la parte baja de la espalda y la columna vertebral, derivando en dolor lumbar.

El esguince es una de las lesiones más frecuentes en verano

Fibromialgia y fisioterapia: beneficios de la fisioterpia para calmar el dolor

Reducir el dolor crónico de la fibromialgia con fisioterapia

Fibromialgia y fisioterapia: beneficios de la fisioterpia para calmar el dolor

¿Qué es la fibromialgia?

La fibromialgia es un trastorno crónico que causa un dolor generalizado y fatiga crónica en músculos, tendones y ligamentos. Se caracteriza principalmente porque en la mayoría de los casos, ocasiona un cansancio extremo a quien la padece.

Muchos investigadores coinciden en que, más que físico, se trata de un dolor originado por nuestro sistema nervioso, ya que la fibromialgia afecta a éste último, interviniendo en la forma en la que procesa el dolor.

¿Cuáles son las causas de la fibromialgia?

Uno de los grandes problemas de la fibromialgia es que su causa es desconocida, lo que dificulta un tratamiento adecuado. 

A día de hoy, no hay causas concretas comprobadas. No obstante, hay una serie de factores que podrían derivar en esta enfermedad:

  • Una lesión física.
  • El estrés o la alteración del sueño.
  • Una tercera enfermedad de aparición repentina, como por ejemplo, la artritis reumatoide.

Síntomas más comunes de la fibromialgia

  • Dolor muscular generalizado que se acentúa, sobre todo, en la zona cervical y lumbar.
  • Aparición de migrañas o dolor de cabeza.
  • Dolor o hipersensibilidad a la palpación o al tacto en determinadas zonas concretas, denominadas «Puntos Sensibles».
  • Rigidez en las articulaciones.
  • Cansancio extremo  (astenia), que impide, en muchos casos, desarrollar con normalidad las actividades cotidianas más sencillas.
  • Alteración del sueño, que impide descansar tras el cansancio acumulado durante todo el día.
  • Síntomas psicológicos: aparición de ansiedad o depresión.
  • Síntomas neurológicos y vegetativos: sensación de confusión y pérdida de memoria, disminución de la concentración, mareos, vértigos, aparición de acúfenos, sudoración, palpitaciones o taquicardias…
  • Alteración del ritmo intestinal y aparición de problemas intestinales, como el Síndrome del Colon Irritable, dolor abdominal o disfagia.
  • Entumecimiento de la cara, brazos o piernas.

Tratamiento de la fibromialgia con fisioterapia

La fisioterapia es uno de los mejores tratamientos complementarios para lidiar con la fibromialgia. Existen diferentes técnicas que pueden complementar a otro tratamiento farmacológico y, a su vez, son complementarias entre sí.

Terapia manual

Se utilizan técnicas manuales encaminadas a modular el dolor y disminuir la sensibilización central. 

La terapia manual engloba diversas técnicas que son beneficiosas para recuperar la función y el movimiento normal de los tejidos y estructuras, además de aliviar el dolor y mejorar la recuperación.

Entre ellas, se encuentran el masaje funcional, los estiramientos musculares, la movilización articular o la movilización del sistema nervioso (neudorinámica).

La terapia manual puede combinarse con otros tratamientos. En concreto, la tecarterapia mejora la circulación sanguínea e incrementa la temperatura de los tejidos, ayudando a reducir el dolor de forma progresiva. 

La fibromialgia puede acompañarse de otros problemas, como cervicalgia, lumbalgia, dolor miofascial, artritis reumatoide…

Por ello, en muchos casos, la punción seca puede ser beneficiosa para mitigar el dolor y los efectos de estos problemas. 

Gracias a su capacidad para tratar los puntos gatillos y el dolor crónico, es un tratamiento adecuado para atenuar el síntoma principal de la fibromialgia, el dolor generalizado.

Aunque todavía no está muy popularizado para tratar el problema, cada vez mas fisioterapeutas lo están aplicando en combinación con otros tratamientos.

Una de las indicaciones principales del Kinesiotaping es la disminución de la inflamación y el alivio del dolor. Esto lo hace un tratamiento indicado para tratar la fibromialgia. 

Se ha demostrado que la presoterapia tiene efectos muy positivos a la hora de disminuir el dolor muscular, ya que mejora la circulación sanguínea. Además, también mejora la calidad del sueño.

Tablas de ejercicios personalizadas

Los ejercicios de resistencia controlada ayudan a reforzar los músculos y mejorar su flexibilidad. Después, se recomiendan también los ejercicios cardiovasculares y ejercicios de estiramiento.

El pilates es uno de los ejercicios más completos. Está específicamente recomendado para el tratamiento de la fibromialgia, ya que se trabaja la fuerza y la flexibilidad, a la vez que se mejora la postura. Esto último consigue mejorar la recuperación y disminuir el dolor a largo plazo.

Fisioterapia para el tratamiento de la fibromialgia

Fisioterapia para el tratamiento de la escoliosis

Fisioterapia para el tratamiento de la escoliosis

Fisioterapia para el tratamiento de la escoliosis

¿Qué es la escoliosis?

La escoliosis es una desviación de la columna vertebral, cuya curvatura puede verse con forma de «C» o «S».

Existen distintos tipos de escoliosis y es fundamental determinar cuál es el tipo concreto que padece cada paciente para poder aplicar el tratamiento adecuado.  Por ello, lo primero que se debe realizar siempre es un buen diagnóstico.

Tipos de escoliosis según su causa

En función de cuál sea la causa que la origine, la escoliosis puede ser de dos tipos:

  • Idiopática: es el tipo más común y afecta al 80% de los casos. En la escoliosis idiopática se desconocen las causas de su aparición.

Lo que sí se sabe es que suele aparecer en niños con edades comprendidas entre los 10 y 14  años, cuya madurez ósea aún no se ha alcanzado. Además, dentro de este grupo, las más afectadas suelen ser las niñas.

  •  Congénita: son menos comunes y aparecen desde el nacimiento. En estos casos, sí se conoce la causa, y es ocasionada por una malformación o desarrollo inadecuado de las costillas y/o la columna vertebral del bebé.
  • Por último, se encontrarían las neuromusculares que, a diferencia de las dos primeras, son más concretas y menos frecuentes. Se producen por otras enfermedades, como la polio, una parálisis cerebral o atrofia muscular.

Tipos de escoliosis según su gravedad

La escoliosis puede ser de tres tipos dependiendo de cuál sea el grado de curvatura de la columna vertebral, también conocido como «Ángulo de Cobb»:

  • Escoliosis leve: curvatura de 0º a 25º. En estos casos, lo más recomendable es el tratamiento mediante fisioterapia y una Reeducación Postural Global.
  • Escoliosis moderada: curvatura entre los 25ª y 50ª. Aquí la fisioterapia se combinará con el uso de corsé. 
  • Escoliosis grave: curvatura de más de 50ª. Se requiere un tratamiento quirúrgico. 
En los casos leves puede generar dolor de espalda o dolor lumbar, pero en casos moderados o graves puede ocasionar otro tipo de complicaciones más graves, como problemas respiratorios.

Diagnóstico

Existen dos partes fundamentales para un buen diagnóstico. La primera de ellas se basa en la observación, mientras que la segunda conlleva una radiografía.

1. Test de Adams

El paciente debe inclinarse hacia delante e intentar tocarse los pies. Con ello, el profesional pueden apreciar dos de los síntomas más característicos de la escoliosis: si existe asimetría en las escápulas o los hombros o una protuberancia lumbar (la conocida como «chepa»). 

2. Radiografía

No obstante, no es suficiente con la observación. Para diagnosticar de forma certera una escoliosis es imprescindible realizar una radiografía de la columna donde se aprecie su curvatura real. 

De lo contrario, podríamos caer en el error de no diagnosticar correctamente su gravedad, ya que puede ser mayor de lo que se aprecia a simple vista. 

Fisioterapia y escoliosis

A pesar de que la escoliosis no desaparece, la fisioterapia puede ser muy beneficiosa para ayudar a paliar sus síntomas. Entre los diversos tipos de tratamientos que existen, los relativos a la fisioterapia pueden ser:

  • Terapia Manual, ortopédica y osteopática, como tratamiento paliativo y también como método preventivo para evitar la agravación o empeoramiento del problema.
  • Reeducación Postural Global mediante una serie de ejercicios y estiramientos cuya dificultad evoluciona de forma gradual. Es la técnica más adecuada y usada e imita el efecto del corsé, obteniendo resultados tanto a corto como a largo plazo.
  • Pilates: existen diversos estudios que demuestran que el pilates ayuda a reforzar la musculatura y mejorar la flexibilidad, por lo que es una actividad ideal para tratar los efectos de la escoliosis. En concreto, en Fisami ofrecemos sesiones de pilates terapéutico, más personalizado y con beneficios mucho mayores.

Espondilitis anquilosante: qué es, causas, síntomas y tratamiento con fisioterapia

Dolor columna espondilitis anquilosante

Espondilitis anquilosante: qué es, causas, síntomas y tratamiento con fisioterapia

¿Qué es la espondilitis Anquilosante?

Las espondiloartropatías o espondiloartritis son enfermedades reumáticas, es decir, que degeneran los tejidos mediante inflamaciones o alteraciones.  Esta familia de enfermedades comparten ciertas características, lo que permite distinguirlas de otras enfermedades inflamatorias que afectan al aparato locomotor, como la artritis reumatoide. 

En concreto, la espondilitis anquilosante o anquilopoyética es una enfermedad perteneciente a este grupo. Se trata de una enfermedad reumática autoinmune, donde el propio sistema inmune de nuestro cuerpo se ataca a sí mismo, dañando las células sanas de nuestro cuerpo. 

Esto ocasiona, por tanto, complicaciones a la hora de tratarla y, si a ello añadimos que hoy en día este problema afecta al 1% de la población, podemos decir que es una enfermedad con una incidencia bastante considerable. No obstante, pocos casos llegan a ser realmente graves o crónicos.

Causas y diagnóstico: ¿Cuáles son los principales factores que la desencadenan?

A día de hoy no existe una causa concreta conocida que origine la espondilitis anquilosante.

No obstante, sí que se sabe que la genética tiene un papel importante a la hora de desarrollar las enfermedades pertenecientes a la familia de las espondiloartropatías o espondiloartritis.

Consecuentemente, los familiares de primer grado de personas con estas enfermedades tienen un riesgo bastante superior de ser futuros pacientes. 

Por desgracia, la espondilitis anquilosante tarda mucho en manifestar sus síntomas. Además, puede confundirse con otros problemas, retardando y dificultando el diagnóstico.

Una vez que se sospecha de su aparición, para hacer un diagnóstico acertado se deben realizar una serie de pruebas:

  • Resonancias magnéticas o pruebas de rayos X en la columna, para detectar si existe calcificación.
  • Prueba de factor reumatoide.
  • Prueba de antígenos que permita detectar el HLA B27, una proteína que si se encuentra en la superficie de los glóbulos blancos del cuerpo, hace que éstos ataquen a los tejidos del mismo.

Además, es muy importante prestar atención al tipo e intensidad de dolor y comprobar si existe algún tipo de rigidez o pérdida de movilidad en la columna. 

Síntomas

Al contrario de lo que sucede con las causas, los síntomas de la espondilitis anquilosante son de sobra conocidos e incluyen:

  • Dolor: concretamente, dolor en el sacro y tendinitis de Aquiles. Ambos se dan a la vez y es el primer síntoma claro que hace sospechar de la enfermedad.
  • Rigidez: afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral, que terminan soldándose entre sí y dificultando la movilidad.
  • Limitación del movimiento: a medida que avanza la enfermedad, puede limitar el movimiento de la columna vertebral de manera parcial o incluso total en casos crónicos.

Espondilitis anquilosante y fisioterapia

En la actualidad hay dos formas de abordar el problema. Una es el tratamiento médico mediante medicamentos que regulan el funcionamiento del sistema inmune  y otra, el tratamiento con fisioterapia

Este último, a diferencia del tratamiento médico, es un tratamiento paliativo, esto es, está enfocado a atenuar los síntomas de dolor y pérdida de movilidad.

En un primer momento, se trabajará disminuyendo la inflamación y, después, en mantener la movilidad de la columna y favorecer una recuperación funcional que permita al paciente mejorar el problema y ralentizar la evolución del mismo para poder llevar una vida lo más normal posible.

Esto se hará con tratamiento en clínica y con diversos ejercicios de higiene postural orientados a mejorar la movilidad y a mantener la espalda en una posición correcta y los músculos tonificados. Se trata de ejercicios de intensidad suave o moderada, que permitan mejorar la flexibilidad y del tórax y mantengan la espalda tonificada.

Si bien es cierto que también existen tablas de ejercicios específicas que podemos encontrar en internet, existen múltiples estudios que defienden y justifican la pauta y supervisión por un fisioterapeuta. De esta forma, se determinó que los ejercicios pautados y supervisados, en un periodo de 2 a 6 meses, mejoran notablemente la evolución del problema, incluso más que ninguna terapia.

Consejos para mejorar los síntomas

1. Deporte

Realizar deporte es fundamental para cualquier persona, es necesario para mantenernos sanos. Sin embargo, cobra especial importancia en estos casos. 

Además de los ejercicios antes mencionados, hay deportes que son específicamente recomendados, como:

  • Yoga
  • Caminar 
  • Bicicleta
  • Ejercicios de corrección postural y estiramiento, como los que se realizan en pilates. Aquí, en Fisami, nuestras sesiones de pilates terapéutico están especialmente enfocadas al tratamiento de problemas concretos, por lo que su efecto es mucho más notable.
  • Natación, que fortalece la musculatura de la espalda. 
Siempre deberemos de tratar de empezar por ejercicios suaves y de corta duración e ir incrementando la dificultad y el tiempo a medida que vayamos recuperándonos para evitar dañar las articulaciones.

2. Descanso

Si el deporte es importante, el descanso lo es todavía más. Nuestro cuerpo necesita tiempo y reposo para recuperarse tras una lesión o enfermedad.  Por ello, es imprescindible mantener cierto reposo e intentar cubrir nuestras necesidades de sueño, a pesar de que el dolor nos lo impida. 

Para esto último es necesaria la elección de un colchón y una almohada adecuados, como ya te hemos explicado en posts anteriores. 

Además, debemos tener en cuenta mucho más nuestra postura para dormir. Mantener el cuerpo relajado y cómodo es la clave para un buen descanso. 

espondilitis anquilosante

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Fisioterapia en el síndrome del túnel carpiano: tratamiento y ejercicios

Fisioterapia en el síndrome del túnel carpiano: tratamiento y ejercicios

Seguramente has oído hablar alguna vez del «síndrome del túnel carpiano». Es un problema cada vez más frecuente, que se da en la muñeca. 

El túnel carpiano se encuentra justo debajo de la palma de la mano y, al realizar movimientos repetitivos con la mano,  el nervio mediano que lo atraviesa se inflama, produciendo dolor y adormecimiento. 

En muchos casos es inevitable la intervención quirúrgica pero, por suerte, hoy en día la fisioterapia puede ser muy beneficiosa y funcionar como alternativa a la operación si el problema no está muy agravado.

¿Por qué se produce el síndrome del túnel carpiano?

Como comentábamos, el factor desencadenante en la gran mayoría de los casos es la ejecución de movimientos repetitivos. Estos movimientos pueden ser tanto de comprensión como de estiramiento. Gestos repetitivos que aumentan el volumen de los tendones que se encuentran junto al nervio mediano y  atraviesan el túnel carpiano. 

Consecuentemente, al incrementar el volumen de unos, tiene que disminuir el de otros. Es decir, el nervio mediano se queda sin espacio, comprimido por los tendones colindantes y, consecuentemente, sin el aporte sanguíneo necesario, lo que ocasiona irritación.

De ahí que, aunque afecte igual a hombres y a mujeres, las personas que generalmente suelen desarrollar este problema sean aquellas que tienen puestos de trabajo repetitivos

Un ejemplo claro de ello son las cadenas de producción, donde también es muy común la epicondilitis lateral o lo que se conoce coloquialmente como «codo de tenista«, que explicaremos en otro post y que también tratamos en Fisami.

Sin embargo, este no es el único caso. Los atletas o las personas que tienen trabajos de oficina que requieren pasar horas en frente a la pantalla de un ordenador, son un grupo cada vez más abundante entre las personas que sufren este problema.

¿Cómo saber si padezco el Síndrome del túnel carpiano? Síntomas principales

Hay tres síntomas principales para detectar el Síndrome del Túnel Carpiano: el dolor, el adormecimiento u hormigueo y la sensación de corriente en la zona. Pero vamos a ser un poco más concretos:

  • Adormecimiento o cosquilleo en los dedos de la  mano y ardor desde la muñeca hasta los dedos.
  • Dolor, concretamente, el dedo pulgar.
  • Inflamación o hinchazón en la muñeca, mano y dedos que puede extenderse hasta el el antebrazo.
  • Incremento de la sensibilidad al tacto o a la temperatura.
  • Debilidad en la mano y en los dedos y, consecuentemente, atrofia muscular en la zona.

Tratamiento con fisioterapia

Una vez realizado un diagnóstico médico previo, la fisioterapia puede ser el aliado perfecto para evitar la cirugía en muchos casos. Este diagnóstico es fundamental para descartar que el problema no venga acompañado o precedido de otros más graves. 

Si no se da el caso y el problema es moderado, podremos proceder con el tratamiento, que va desde un cambio de costumbres en los movimientos de la muñeca hasta un trabajo más íntegro:

  • Fisioterapia manual en combinación con tecarterapia. La tecarterapia permite incrementar la temperatura en la zona y mejorar el riego sanguíneo, así como también flexibilizar los tendones y tejidos que comprimen al nervio mediano.
  • Punción seca.
  • Inmovilización de la zona mediante vendaje funcional.
  • Tratamientos combinados con la aplicación de hielo.
  • Ejercicios orientados a la recuperación funcional y al fortalecimiento de la zona. Tablas de ejercicios personalizadas como las que creamos en nuestra clínica, para que el paciente pueda desarrollarlos en casa y, así, acelerar el proceso de recuperación.

Ejercicios y recomendaciones

  • Ejercicios neurodinámicos, orientados a mejorar paulatinamente la flexibilidad en la zona.
  • Mantener la mano y el brazo en reposo.
  • Utilizar una muñequera por las noches, en el trabajo o cuando se realicen tareas que impliquen el movimiento de la muñeca, para mantenerla más descansada.
  • Colocar una almohadilla en la parte de la muñeca para que esta repose mientras utilizamos el ordenador.
  • Evitar realizar actividades que puedan agravar el problema, como cortar, coser o cocinar.
  • Ejercicios de rotación de los hombros en repeticiones de cuatro veces. Con los brazos relajados a los laterales de nuestro cuerpo, rotar el hombro hacia arriba, hacia atrás, hacia abajo y hacia delante. 
  • Realizar estiramientos de los brazos. Como si fuésemos a darnos un abrazo a nosotros mismos, sujetamos el codo de un brazo con la mano del otro, inclinando la cabeza hacia el lado del brazo que estamos sujetando. Nos mantenemos en esta posición durante cinco segundos y la repetimos a la inversa. 
dolor en la muñeca por síndrome del túnel carpiano

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Fascitis plantar y ondas de choque

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Fascitis plantar y ondas de choque

¿Qué es la fascitis plantar?

La fascitis plantar es la causa más común de dolor en el talón, debido a una inflamación originada por los ligamentos fibrosos de la fascia plantar, una banda de tejido fibroso, gruesa y plana, que se extiende a lo largo de la planta del pie y conecta el hueso del talón a los dedos.

Generalmente, el dolor es mayor después de largos periodos de tiempo en reposo, por lo que en la mayor parte de los casos es más notable por la mañana, al levantarse. Sin embargo, también puede darse la situación contraria, y que el dolor se agrave tras realizar un exceso de ejercicio con el calzado inadecuado

Fascitis plantar: causas más frecuentes

Como ya hemos mencionado, una de las posibles causas que originan la aparición de fascitis plantar es el uso de un calzado inadecuado. Especialmente si vamos a hacer deporte, es fundamental elegir siempre el calzado que más se adapte a la actividad en cuestión, no es lo mismo ir de senderismo a la montaña que ir a correr o hacer ciclismo en carretera.

No obstante, no es la única. Las causas de la fascitis plantar pueden ser muy variadas. Entre ellas:

  • El tipo de ejercicio que se va a realizar también es un factor determinante. Una carrera de larga distancia o las actividades aeróbicas fuerzan mucho más el trabajo de la fascia. 
  • Un mal estiramiento: al igual que la elección de un calzado adecuado es imprescindible, los estiramientos van intrínsecamente ligados a cualquier tipo de deporte si queremos evitar una lesión, no solamente fascitis plantar. Los estiramientos deben ser acorde en tiempo y forma de realizarlos al deporte o actividad que vayamos a desarrollar. 
  • Sobrecarga muscular y, consecuentemente, contracturas musculares, que provocan un aumento de trabajo y esfuerzo a la fascia de nuestro pie. Al igual que en el caso de las fracturas por estrés que comentamos en nuestro anterior post, un aumento de trabajo de nuestra fascia provocará que curse con estrés en la planta del pie y acabará generando una inflamación.
  • La edad y la obesidad: la fascitis plantar es más común en edades comprendidas entre los 40 y 60 años y en personas obesas, ya que el exceso de peso supone un sobreesfuerzo para la fascia plantar.
  • La propia mecánica del pie: no siempre la causa es una actividad concreta, sino que la forma de nuestro pie es clave para desarrollar fascitis plantar. Las personas con pies planos o con mucho puente en el pie son más propensas a tener este problema, debido a que el peso no se distribuye de forma correcta.

¿Cómo aliviar el dolor del talón?

  • Descanso: lo primero de todo es descansar, mantener el cuerpo en reposo para que la inflamación pueda ir disminuyendo. 
  • Ejercicios de relajación de la fascia, como los auto-masajes.
  • Estiramientos: existen estiramientos sencillos que se pueden hacer en casa. En Fisami creamos tablas de ejercicios personalizadas que agilizan y aceleran la recuperación. Una buena opción es incluir algún ejercicio con hielo para incrementar su eficacia, debido a su acción antiinflamatoria. Por ejemplo, utilizar una botella de hielo para presionarla ligeramente con el pie afectado, haciéndola rodar. 

Fisioterapia para tratar la fascitis plantar

La fisioterapia es una muy buena opción para mitigar el dolor y eliminar el problema de raíz, ya que, entre otras cosas, puede ayudarte a:

  • Mitigar el dolor.
  • Corregir la pisada y los puntos de apoyo del pie en el suelo, mediante tablas de ejercicios y consejos
  • Reeducación postural y fortalecimiento de los músculos de la pierna y del pie.
  • Recuperar la movilidad y flexibilidad de los músculos sobretensionados..

Efectividad de las ondas de choque para tratar la fascitis plantar

En otro post anterior ya os introducimos en qué consistía el tratamiento de ondas de choque y cuáles eran sus beneficios. 

Además, las ondas de choque son uno de los tratamientos más específicos que tenemos en Fisami, por lo que las conocemos muy bien. Nosotros las aplicamos generalmente como tratamiento complementario a la terapia manual cuando el problema lo requiere, y la fascitis plantar suele ser uno de ellos.

El tratamiento de ondas de choque genera muy buenos resultados para mitigar los efectos de la fascitis plantar, ya que es un tratamiento especialmente orientado a aliviar el dolor crónico. Por ello, tienen un efecto analgésico contra el dolor del talón, pero también aceleran la reparación de los tejidos y, por tanto, la recuperación.

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Fracturas por estrés: ¿Qué son y cómo es su tratamiento?

Fracturas por estrés: ¿Qué son y cómo es su tratamiento?

¿Qué es una fractura por estrés?

Una fractura es una lesión que provoca falta de continuidad en la capa externa de los huesos. El tejido óseo está compuesto mayoritariamente por colágeno, el cual se encarga de reparar los posibles daños que pueda sufrir el hueso. Sin embargo, si los daños o lesiones son demasiado repetitivos, el colágeno de nuestro cuerpo no será  capaz de repararlos, originando una fractura por estrés. 

¿Por qué se produce?

Normalmente, las fracturas son originadas por acciones o movimientos traumáticos. En el caso de las fracturas por estrés, como ya hemos explicado, son consecuencia de la repetición de pequeños daños o traumatismos en un periodo de tiempo. Por lo general, se trata de daños de bajo impacto, pero que, al repetirse, acaban creando un daño mucho mayor.

Para que el hueso se mantenga sano, sin daños, siempre debe existir un equilibrio entre los daños que se puedan ocasionar, o bien por fatiga o bien por movimientos repetitivos,  y la capacidad remodeladora del colágeno para repararlos. Si este equilibrio se rompe y los movimientos repetitivos son de alta intensidad o muy frecuentes, se genera estrés óseo, originando la fractura.

Causas más frecuentes

Las roturas por estrés son frecuentes, fundamentalmente, en los deportistas, y se originan por:

  • No emplear la técnica adecuada a la hora de realizar deporte.
  • Problemas en los pies y calzado inadecuado.
  • Actividades repetitivas: ciertos deportes, sobre todo de alto impacto, requieren de actividades repetitivas, que acaban dañando el hueso. Ocurre, por ejemplo, en baloncesto, tenis y atletismo.
  • Alteración postural y descompensaciones musculares.
  • Nutrición inadecuada y falta de vitamina D.
  • Huesos débiles: falta de fuerza y densidad ósea por osteoporosis u otras enfermedades.

¿En qué huesos se producen habitualmente?

Los huesos que se ven afectados con mayor frecuencia por roturas por estrés son la tibia, el peroné, el fémur, la pelvis y los metatarsos.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Un aumento o cambio de intensidad y volumen de entrenamiento, que genera una mayor frecuencia de movimiento y, por tanto, un mayor estrés óseo.

Desequilibrio postural o muscular.

La actividad que se realice: los deportistas que trabajen más con las piernas, tendrán más tendencia a lesionarse en la parte inferior del cuerpo, y viceversa.

Desequilibrio energético por problemas alimentarios o, en el caso de las mujeres, por trastornos menstruales.

¿En qué deporte son más habituales?

Las fracturas por estrés son mucho más frecuentes en el mundo del atletismo.

Después, en deportes como el fútbol o baloncesto no suelen ser tan frecuentes. En el caso del fútbol, concretamente, afectan sobre todo al quinto metatarsiano.

Síntomas

Las roturas por estrés son frecuentes, fundamentalmente, en los deportistas, y se originan por:

  • Dolor y/o debilidad y en la zona de rotura. Normalmente, es un dolor que aparece con la actividad y desaparece o disminuye al estar en reposo.
  • Sensibilidad y dolor al tacto en la zona de la fractura.
  • Hinchazón.
  • Por lo general, los síntomas suelen manifestarse durante o después de realizar ejercicio. Suelen durar entre dos o tres semanas, pero, si no se trata adecuadamente, el problema puede complicarse y llegar a extenderse hasta cinco semanas

Tratamiento

En la actualidad, las fracturas por estrés pueden tratarse de múltiples formas. El tratamiento aplicado dependerá de la lesión y la zona a tratar. 

Por ello, nosotros, en Fisami, siempre realizamos primeramente un examen del paciente. Además, primeramente deberá ser diagnosticado por un médico a través de una prueba de imagen. Una vez determinado el problema, iniciaremos el tratamiento respetando las diferentes fases de consolidación.

Fases del tratamiento:

  • En una primera fase, hay que controlar la fase inflamatoria, presente en cualquier tipo de fractura, disminuyendo el edema y la hemorragia. Para ello, se emplearán tratamientos encaminados a favorecer la consolidación ósea y a disminuir el dolor.
  • En fases avanzadas, se tratará de mitigar los efectos de la inmovilización de la zona afectada, que abarcan desde la rigidez articular o la limitación de movilidad hasta la pérdida de masa muscular.

Posibles tratamientos

Después, realizamos programas de ejercicios personalizados y adaptados a cada paciente y problema en concreto, orientados tanto a la recuperación de movilidad como al fortalecimiento muscular.

Unido a lo anterior, también nos encargamos de conseguir una reeducación funcional progresiva para el paciente, antes de su vuelta al entrenamiento. 

Con ello, conseguimos atenuar el problema de raíz, reforzar el mantenimiento de la recuperación y la prevención de futuras lesiones.

fractura por estrés en el pie

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¿Cuál es la mejor postura para dormir?

cuál es la mejor postura para dormir bien

¿Cuál es la mejor postura para dormir?

¿Cuál es la mejor postura para dormir?

Seguramente has escuchado y leído mil pautas sobre cómo dormir bien para descansar mejor. Pues bien. Hoy venimos a romper un poco con la norma, con todo eso que has leído, para decirte que no, no existe una regla de tres que sea efectiva para todo el mundo. 

Ya sabes que en Fisami estamos muy a favor de la individualización del paciente y la personalización de los tratamientos.  Y es que, cada persona es un mundo, y a la hora de dormir no iba a ser menos.

Vamos al grano. Al igual que sucede con el vino, el mejor es aquel que más te guste a ti. Y a la pregunta de qué postura es mejor para dormir, la respuesta sólo puede ser esa: la que más te guste a ti, la que te resulte cómoda.

Si bien es cierto que  está demostrado que sí hay algunas posturas más recomendables que otras a nivel general. Además, nunca deberíamos pasar demasiado tiempo sin cambiar de posición, lo recomendable es variar a lo largo de la noche. Pero nada más.

Ahora bien, si tienes algún problema, circunstancia concreta como el embarazo o alguna lesión, la cosa cambia. Sigue leyendo y te explicamos las recomendaciones más comunes para cada situación. 

Dormir boca abajo: una mala elección

Ya adelantábamos en nuestro post anterior que dormir boca abajo no era una buena idea, ya que es la peor postura de todas. Pero esto tiene sus razones. 

El cuerpo tiene una posición natural y, siempre que no la respetemos, estaremos forzándolo. Esto nos ocasionará problemas a corto y a largo plazo, empezando por un terrible dolor de espalda, cuello, hombros y/o cabeza al día siguiente. A medio y largo plazo, podríamos hablar de una tendinitis, una cervicalgia o agravación si ya la tienes o, incluso, una lumbalgia.

Por otra parte, al dormir boca abajo, nuestro cuerpo permanece girado demasiado tiempo, lo que, entre otras cosas, somete a los músculos, tendones y nervios de la zona cervical a demasiada presión. 

Por ello, aunque no es una postura recomendable para nadie en general, aquellas personas con problemas de espalda o cervicales deben evitarla a toda costa. Asimismo, también es importante vigilar a los bebés, ya que puede provocarles el Síndrome de Muerte Súbita en Lactantes.

Dormir boca arriba, ¿Lo más correcto?

La respuesta es no, tampoco. O, al menos, no del todo. Si bien es cierto que, en la mayoría de los casos puede ser la mejor opción, también tiene sus inconvenientes. 

Al dormir boca arriba nuestro cuerpo no recibe ningún tipo de presión, pero es importante tener en cuenta los factores externos para que  no nos resulte perjudicial. La elección de una buena almohada y un buen colchón en este caso es fundamental para no forzar el cuello.

¿En qué casos es malo dormir boca arriba?

    • Problemas lumbares: ya sea una discopatía lumbar, una hernia lumbar etc. En este caso, deberás tener especial cuidado con esta postura. Al dormir boca arriba el cuerpo no recibe presión, pero sí lo hace la zona lumbar, ya que soporta todo nuestro peso y, por lo general, puede estar sometida a una curvatura algo forzada. 

Debido a esto, para minimizar daños, si tienes problemas lumbares debes poner siempre una almohada o cojín debajo de tus rodillas, con el fin de mantener la zona lumbar lo más relajada posible.

    • Apnea del sueño: tampoco es recomendable para personas que sufren apnea del sueño, ya que al mantener la cabeza elevada, las vías respiratorias se tensionan, dificultando la respiración. 
    • Embarazo en fases avanzadas: todo el peso del útero recae sobre la zona lumbar y los intestinos, lo que puede agravar en gran medida los dolores de espalda ya característicos del embarazo, así como provocar dificultades digestivas.

¿Cuándo es bueno dormir boca arriba?

    • Acidez estomacal: esta postura puede ayudarte si sufres acidez estomacal, por el mismo motivo de antes. El hecho de tener la cabeza en una posición más elevada que el cuerpo, ayuda a reducir el reflujo al evitar que los ácidos gástricos puedan subir al estómago.
    • Para cualquier persona que no sufra una lesión o problema concreto.

Posición fetal: notable bajo

Lo bueno o malo que resulte para ti dormir en esta posición dependerá de lo mucho o poco que te encojas. Así de simple. En esta posición, la columna tiene una curvatura poco natural y, si es muy pronunciada, puede provocar dolores de espalda, además de tensión y dolor en el  cuello y dificultades respiratorias

No obstante, si permaneces relajado y encorvado de forma sutil, es una de las posturas más populares a la hora de dormir y también de las menos perjudiciales.

Dormir de lado: mejorable, pero bien.

Existen diversos estudios que confirman que la mejor postura para evitar el dolor de espalda y reducir el dolor en la zona lumbar y cervical es dormir de lado. Preferiblemente, sobre el lado izquierdo.

Sin embargo, es recomendable hacerlo siempre con una almohada entre las piernas para que la espalda quede recta y nuestra cabeza esté alineada con nuestro cuerpo, relajando el cuello. 

Esto último es especialmente recomendable en embarazadas y personas con algún tipo de lesión o problema en la espalda, el dorso o las extremidades, ya que, al dormir así, todo el peso recae sobre un sólo lado del cuerpo, provocando presión en brazos y piernas y dificultando la circulación.

Consejos para lograr una buena postura y descansar mejor

Nos reiteramos en lo que dijimos al principio: la postura correcta siempre será aquella en la que tú estés cómodo.

Sea cual tu forma de dormir, las almohadas serán un gran aliado. Si duermes de lado, utilízala entre las piernas y, si duermes boca arriba, colócala debajo de las rodillas e incluso debajo de los brazos.

Y, por último, elige bien tu almohada y tu colchón. Las pautas para elegir almohada ya te las hemos dado, ¡Muy pronto te traeremos tu colchón ideal!

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¿Cómo elegir la almohada ideal?

cómo elegir almohada ideal para dormir bien

¿Cómo elegir la almohada ideal?

La forma principal de descanso del ser humano y, por qué no, de cualquier ser vivo animal, es dormir. Si juntas todo, la clave sale por sí sola: la base para empezar a cuidar el cuerpo y, por ende, sentirte mejor,  se encuentra en un buen colchón y una buena almohada.

¿Por qué es tan importante elegir una almohada adecuada a tus necesidades?

Comprar una almohada sin fijarte en sus características no sirve, al igual que si vas a hacer deporte no utilizas unas zapatillas cualquiera. No todos dormimos igual, eso es algo obvio. Si sueles dormir de lado, tu cuerpo tendrá unas necesidades distintas de una persona que duerme boca arriba, y lo mismo si tienes algún problema, por ejemplo.

El objetivo de la almohada es mantener recta la columna vertebral, pero siempre en una posición natural. Si la almohada es demasiado alta o demasiado baja, nos traerá dolores de espalda, cuello y hombros.

Qué almohada necesitas en función de cómo duermes

    • Boca arriba: una almohada intermedia en grosor y dureza. Al estar boca arriba, es más difícil mantener la curvatura natural del cuello sin forzarla, y con una almohada muy alta o muy baja no sería posible, ya que o bien tendríamos el cuello demasiado estirado o bien la curvatura de la nuca demasiado acusada. 
    • Boca abajo: dormir boca abajo implica dormir con el cuello completamente girado, y esto ya de por sí resulta terrible para la espalda y puede provocar problemas de tortícolis y dolores lumbares. Sin embargo, una almohada blanda y baja hace un poco menos mala esta costumbre, ya que tiene una mayor adaptabilidad para permitir que el cuello se gire de una forma lo más natural posible.
    • De lado: sin duda, la forma óptima para dormir y descansar, ya que es mucho más fácil mantener la espalda en buena posición. Si dormimos de lado, debemos procurar siempre que tanto el colchón como la almohada nos permitan tener el cuerpo alineado, de forma que la cabeza quede a la misma altura que el resto de la espalda. Para permitirlo, necesitamos una almohada gruesa y firme, que cubra el hueco del cuello entre la cabeza y los hombros para que nuestra cabeza pueda mantenerse lo más recta posible, es decir, que no quede inclinada.

Tipos de almohadas

Hay distintos tipos de almohadas que pueden usarse tanto para momentos concretos de nuestra vida como de manera habitual: 

    • La almohada tradicional: alargada y estrecha. Apta para uso habitual y cualquier postura.
    • Almohada «mariposa»: no es plana, sino que tiene curvatura para adaptarse mejor al cuerpo, estrechándose en el centro y ensanchándose en los bordes. Apta para uso habitual de aquellas personas que tiene problemas de cervicales y en la zona dorsal
    • Almohada «cervical»: como su propio nombre indica, al igual que la anterior, orientada a personas con problemas en la zona cervical y/o dorsal. También tiene una parte más ancha y otra más estrecha, pero su forma es distinta.

El relleno: ¿De qué material compro mi almohada?

    • Almohadas de fibra sintética: normalmente, fibra de poliéster, un material que transpira bastante bien. Sin embargo, no sujetan demasiado bien el cuello, ya que son flexibles, blandas, pero vuelven a su estado original rápidamente. Además,  por lo general, son bajas, por lo que están orientadas a personas que duermen boca abajo.
    • Almohada de plumas o plumón: al igual que las anteriores, son almohadas muy blandas y flexibles, por lo que también están orientadas a personas que duermen boca abajo. A diferencia de las primeras, son incluso más finas, por lo que están orientadas también a personas muy delgadas o niños.
    • Almohada de espuma y viscoelásticas: las almohadas de espuma están hechas de poliuretano y pueden ser o no viscoelásticas. Estas últimas cuentan con el llamado «efecto memoria», es decir, la forma de la cabeza se queda «grabada» en la almohada durante unos segundos después de que la persona se mueva o se levante. Esto las hace mucho más adaptables, ergonómicas, a pesar de que pueden ser duras o blandas. Son almohadas perfectas para personas que duermen de lado.
    • Almohada de látex: ya sea sintético, de origen natural o mixto, este tipo de relleno ofrece una buena sujeción de la cabeza, a la par que permite libertad en los movimientos. Son ideales para aquellas personas que duermen de lado, y también para personas corpulentas.

¿Cómo usar correctamente la almohada?

Sí, parece la cosa más simple del mundo, pero no siempre la utilizamos de manera correcta. Por mucho que compremos la mejor almohada, si la utilizamos mal pasará lo mismo que con una mala. Para que la almohada cumpla su función de forma correcta, tenemos que:

  • Asegurarnos de que nuestra cabeza se apoye en ella totalmente, para que el cuello esté descansado y no forzarlo. 
  • El hueco que hay entre la cabeza y los hombros siempre debe quedar  cubierto por la almohada por la misma razón. Por lo tanto, los hombros deben reposar sobre el colchón, nunca encima de ésta.
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