Espondilitis anquilosante: qué es, causas, síntomas y tratamiento con fisioterapia

¿Qué es la espondilitis Anquilosante?

Las espondiloartropatías o espondiloartritis son enfermedades reumáticas, es decir, que degeneran los tejidos mediante inflamaciones o alteraciones.  Esta familia de enfermedades comparten ciertas características, lo que permite distinguirlas de otras enfermedades inflamatorias que afectan al aparato locomotor, como la artritis reumatoide. 

En concreto, la espondilitis anquilosante o anquilopoyética es una enfermedad perteneciente a este grupo. Se trata de una enfermedad reumática autoinmune, donde el propio sistema inmune de nuestro cuerpo se ataca a sí mismo, dañando las células sanas de nuestro cuerpo. 

Esto ocasiona, por tanto, complicaciones a la hora de tratarla y, si a ello añadimos que hoy en día este problema afecta al 1% de la población, podemos decir que es una enfermedad con una incidencia bastante considerable. No obstante, pocos casos llegan a ser realmente graves o crónicos.

Causas y diagnóstico: ¿Cuáles son los principales factores que la desencadenan?

A día de hoy no existe una causa concreta conocida que origine la espondilitis anquilosante.

No obstante, sí que se sabe que la genética tiene un papel importante a la hora de desarrollar las enfermedades pertenecientes a la familia de las espondiloartropatías o espondiloartritis.

Consecuentemente, los familiares de primer grado de personas con estas enfermedades tienen un riesgo bastante superior de ser futuros pacientes. 

Por desgracia, la espondilitis anquilosante tarda mucho en manifestar sus síntomas. Además, puede confundirse con otros problemas, retardando y dificultando el diagnóstico.

Una vez que se sospecha de su aparición, para hacer un diagnóstico acertado se deben realizar una serie de pruebas:

  • Resonancias magnéticas o pruebas de rayos X en la columna, para detectar si existe calcificación.
  • Prueba de factor reumatoide.
  • Prueba de antígenos que permita detectar el HLA B27, una proteína que si se encuentra en la superficie de los glóbulos blancos del cuerpo, hace que éstos ataquen a los tejidos del mismo.

Además, es muy importante prestar atención al tipo e intensidad de dolor y comprobar si existe algún tipo de rigidez o pérdida de movilidad en la columna. 

Síntomas

Al contrario de lo que sucede con las causas, los síntomas de la espondilitis anquilosante son de sobra conocidos e incluyen:

  • Dolor: concretamente, dolor en el sacro y tendinitis de Aquiles. Ambos se dan a la vez y es el primer síntoma claro que hace sospechar de la enfermedad.
  • Rigidez: afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral, que terminan soldándose entre sí y dificultando la movilidad.
  • Limitación del movimiento: a medida que avanza la enfermedad, puede limitar el movimiento de la columna vertebral de manera parcial o incluso total en casos crónicos.

Espondilitis anquilosante y fisioterapia

En la actualidad hay dos formas de abordar el problema. Una es el tratamiento médico mediante medicamentos que regulan el funcionamiento del sistema inmune  y otra, el tratamiento con fisioterapia

Este último, a diferencia del tratamiento médico, es un tratamiento paliativo, esto es, está enfocado a atenuar los síntomas de dolor y pérdida de movilidad.

En un primer momento, se trabajará disminuyendo la inflamación y, después, en mantener la movilidad de la columna y favorecer una recuperación funcional que permita al paciente mejorar el problema y ralentizar la evolución del mismo para poder llevar una vida lo más normal posible.

Esto se hará con tratamiento en clínica y con diversos ejercicios de higiene postural orientados a mejorar la movilidad y a mantener la espalda en una posición correcta y los músculos tonificados. Se trata de ejercicios de intensidad suave o moderada, que permitan mejorar la flexibilidad y del tórax y mantengan la espalda tonificada.

Si bien es cierto que también existen tablas de ejercicios específicas que podemos encontrar en internet, existen múltiples estudios que defienden y justifican la pauta y supervisión por un fisioterapeuta. De esta forma, se determinó que los ejercicios pautados y supervisados, en un periodo de 2 a 6 meses, mejoran notablemente la evolución del problema, incluso más que ninguna terapia.

Consejos para mejorar los síntomas

1. Deporte

Realizar deporte es fundamental para cualquier persona, es necesario para mantenernos sanos. Sin embargo, cobra especial importancia en estos casos. 

Además de los ejercicios antes mencionados, hay deportes que son específicamente recomendados, como:

  • Yoga
  • Caminar 
  • Bicicleta
  • Ejercicios de corrección postural y estiramiento, como los que se realizan en pilates. Aquí, en Fisami, nuestras sesiones de pilates terapéutico están especialmente enfocadas al tratamiento de problemas concretos, por lo que su efecto es mucho más notable.
  • Natación, que fortalece la musculatura de la espalda. 
Siempre deberemos de tratar de empezar por ejercicios suaves y de corta duración e ir incrementando la dificultad y el tiempo a medida que vayamos recuperándonos para evitar dañar las articulaciones.

2. Descanso

Si el deporte es importante, el descanso lo es todavía más. Nuestro cuerpo necesita tiempo y reposo para recuperarse tras una lesión o enfermedad.  Por ello, es imprescindible mantener cierto reposo e intentar cubrir nuestras necesidades de sueño, a pesar de que el dolor nos lo impida. 

Para esto último es necesaria la elección de un colchón y una almohada adecuados, como ya te hemos explicado en posts anteriores. 

Además, debemos tener en cuenta mucho más nuestra postura para dormir. Mantener el cuerpo relajado y cómodo es la clave para un buen descanso. 

espondilitis anquilosante

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